Todo tiene su final

2023-06-25

Nada dura para siempre.

Terminé la universidad. Siete años, una pandemia e incontables desvelos me han traido hasta aquí. A estas alturas, siete años como universitario se vuelven en el periodo de tiempo ininterrumpido más largo en el que he sido una sola cosa.

Cada desvelo, cada clase de 7:00 AM (a veces uno seguido de la otra), cada exámen; siempre se hacían con una sola meta en mente y era llegar hasta este día en el que pudiera mirar atrás y enorgullecerme de lo que logré por mi propia cuenta. Que baje el telón, que salgan los créditos de la película.

Sin embargo, aquí me encuentro y no se siente como un final. Ciertamente no se siente como el gran final. Se siente como un jueves, tal vez más cálido de lo normal. Un trámite más de la eterna burocracia que separa formalmente cada etapa de nuestras vidas.

Esto me hizo pensar que el celebrar un final, y por consecuencia también el principio de las cosas no más que elementos en una larga lista de rituales que guardamos celosamente, el cual nos hace sentir en control de lo incontrolable. Seccionar, etiquetar, catalogar y documentar el tiempo, un concepto fundamentalmente intangible, pero que le da la ilusión de estructura a nuestras vidas.